martes, 14 de julio de 2009

¿Cómo alargar la hora del café?


He creado un método patentado para alargar la hora del café sin alterar la continuidad espacio-tiempo.


Para empezar, se precisa definir cuánto tiempo implica "la hora del café". Se podría pensar erróneamente, como el nombre indica, que es un hora. Esto es incorrecto. No es aceptado por nadie que la hora del café dure de tres a cuatro o de cinco a seis. Eso sería una locura. La hora del café dura desde que preparamos el café (o nos es servido), hasta que damos el último sorbo o, en su defecto, hasta que lo dan todos los asistentes a la ceremonia. Terminada la cafeínica bebida, se suele desvanecer la razón de tal acto y comienza a surgir la necesidad de quehacererear (la labor de atender los quehaceres).


Ahora bien, ¿cómo prolongar dicho periodo de relax, de charla coleguera, de conversación con un libro o revista o de embobamiento televisivo? Existen algunos virtuosos del arte de alargar este ritual que defienden que la manera más efectiva, sin alterar la tradición cafetera, es tomar la bebida a pequeños sorbos. Otros sostienen que lo mejor es ir mojando galletas en el líquido hasta que éste se extinga. Yo propongo una técnica más novedosa, de inspiración danesa, aplicable preferiblemente en casa y no indicada para los más puristas.


En Dinamarca aprendí que se puede beber un vaso de café hasta arriba sin leche ni azúcar. Eso sí, la concentración de café por litro de agua es mucho menor que a la que estamos acostumbrados más al sur. Desde mi época danesa, el café con leche tradicional me sabe demasiado dulce y demasiado pesado como para tomarlo después de la comida. Sin embargo, con la cafetera convencional, atendiendo los gustos de los demás cohabitantes de la casa, no se consigue el resultado que yo deseo. Así pues, mi método consite en añadir agua al concentrado de café hasta alcanzar la translucidez requerida. Además, en verano es ideal para tomarse un vaso fresquito sin necesidad de añadir hielo.


¿Y cómo se relaciona esto con el alargamiento de la hora del café? Es sencillo. A medida que va menguando la cantidad de líquido, se va añadiendo agua. Se notará que va aumentando la transparencia del brebaje, hasta que se asemeje en apariencia a un té más que a un café. El proceso puede repetirse indefinidamente.


Precaución: por prolongamiento excesivo del proceso, no fusionar la hora del café con la hora del agua.


(Nota de la autora: ¿por qué hacer las cosas como nos son impuestas sin darnos cuenta y no como nos apetece?)

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