jueves, 29 de julio de 2010

Me estoy volviendo tonta

Harta de la sociedad de la hipercultura y la pedantería, renegando del gafapastarismo y del wikipedismo, independentismo, hipismo, jazziblusismo... y demás tópicos de la corriente bohemia moderna acabados en "ismo", decidí intentar pasar de todo ello, de todo lo superficial y tratar de buscar la belleza en lo realmente importante, en lo no creado por el ser humano.

Reconozco que es difícil intentar escapar de la cultura cuando uno vive cerca de una ciudad como Barcelona y cuando, quieras que no, siempre se han tenido inclinaciones hacia lo artístico. Sin embargo, creo que fue precisamente el hecho de estar más cerca de la cultura de la cultura (no es una errata, quise decir la cultura de la cultura) y de la modernez, lo que hizo que renegara de ella.
Dejé de leer para sólo escribir. Y me pareció más productivo. Dejé de escribir para sólo pensar. Y me pareció más profundo. Dejé de pensar para sólo observar y dejé de observar para sólo dormir de vuelta a casa en el Nit Bus. Ya no puedo caer más bajo. Respirar es imprescindible para vivir y soñar es inevitable cuando uno duerme. Reducir más mi actividad cerebral me sumiría en un coma.
Y al recordar lo que yo hacía antes y lo que, aunque mediocre, escribía antes, me hace pensar que me estoy volviendo tonta. Que mis cables neuronales se están endureciendo y que la masa de ahí arriba se está volviendo perezosa.
No sé cómo acabará todo esto si, a pesar de todo, sigo adelante con la decisión de mudarme al barcelonés y cosmopolita-cool-cultural barrio de Gràcia en septiembre. ¿Me uniré al enemigo o conspiraré desde dentro? Y lo que más me preocupa, ¿cómo afectará todo ello a mi encefalograma?