martes, 27 de mayo de 2008

...Pues parece que va a llover



Se empieza por describir la situación: "hace buen día, ¿no?" O: "ya está lloviendo otra vez". A continuación volvemos la vista al pasado: "¡ya era hora! ¡Con la racha de mal tiempo que llevamos!" O: "¡qué pena, con el buen tiempo que estaba haciendo!" Luego pretendemos hacer de meteorólogos: "pues creo que va a seguir así de soleado toda la semana" O: "prepárate, porque anuncian fuertes vientos desde pasado mañana". Seguidamente viene la parte más profunda, que es la valoración personal: "¡qué gozada con este sol que hace!" O: "no me gusta la lluvia, me pone de mal humor, además la carretera se pone insoportable". Y para finalizar, la expresión de deseos: "ójala dure este buen tiempo", o: "a ver si para ya de llover un día de estos".


Aquí, en Dinamarca, en el curso de danés que hize el primer mes en el que llegué, la profesora nos explico que a los daneses les gusta mucho hablar del tiempo meteorológico, porque es muy variable: por la mañana puede estar soleado completamente y por la tarde sorprenderte un buen aguacero cuando menos te lo esperas. Sin embargo, yo creo que las conversaciones sobre este tema se deben más a la superficialidad de las relaciones que a la variabilidad de la atmósfera en sí misma.

He decidido que no me gusta hablar del tiempo atmosférico y, sin embargo, simpre acabo haciendo algún comentario a su respecto a alguien a lo largo del día. Hablar de algo que todo el mundo sabe o percibe fácilmente me resulta tan estúpido como inevitable. Luego me entra la sensación de culpabilidad. ¿Son las relaciones tan superfluas? ¿Tengo tan poca imaginación y recursos?¿Quizás miedo al silencio o reserva de comentarios algo más profundos? Quizás todo a la vez.



miércoles, 14 de mayo de 2008

Arte ingénuo o ingenuidad del arte (que no arte naïf) y otras reflexiones



Qué difícil es poner los pensamientos por palablras, porque cuando mejor pienso es cuando yazco con los ojos cerrados, cuando las palabras todavía no son y se mecen en un mundo blando, mezcla de sueño y realidad. Las geniales reflexiones se suceden, como al tirar enérgicamente del hilo de un carrete, pero ni mis manos ni mi voz podrán nunca secuestrarlas en el instante en que se forman en mi cerebro.


Si tuviera que escribir, si tuviera que pintar... si tuviera que crear, preferiría mantenerme ingénua, no alienada por años de estudio, por recopilación de ideas de otros, encajando perfectamente en un perfil ya creado, en una formación programada. Concibo la genialdad del arte como fruto de la mente de una persona que es lo que es como consecuencia de la acción de infinitas variables, infinitas sensaciones, infinitas vivencias, conocieminetos.... Los conocimientos que vamos adquiriendo nos transforman. Si todas las personas que se quieren dedicar a una profesión artística reciben la misma formación, la creatividad se aplana, se moldea de forma similar, se crean ideaas comunes, tendencias, modas.... Yo quiero que exista un arte ingénuo, como medio de expresión de lo que fueron reacciones químicas en un organismo.


Para dejar fluir lo mejor posible mis pensamientos, la miopía me ayuda: tendida al sol y sin gafas, tecleo en el ordenador con los ojos entreabiertos. Así no leo lo que escribo, simplemente escribo lo que pienso. Qué poco necesito a veces para sentirme feliz.