domingo, 9 de noviembre de 2008

El CERDO agridulce ADICTIVO y su salsa idem



  • El otro día que fuimos Carmen y yo a tomar algo, acabamos en un bar typical spanish regentado por chinos. Resultado de la mezcla: tapita de cerdo agridulce (léase, "de sobras de"). Cuando nos la pusieron sobre la mesa, miré a Carmen con mohín de asquillo. En el plato un revuelto de trozos de carne, marrones, extra-ternillosos, recubiertos de salsa gelatinosa.



  • Yo no soy especialmente forofa del sabor de la comida china y menos de la ternilla, pero me gusta probar antes de decir nada, así que pinché uno de los pedazos ternillo-gelatinosos. "Mmmmmh... qué asquito, pero comeré otro trozo", pensé. Carmen se abstenía de comer. Poco a poco, mientras que charlábamos, iba acabando con el plato, hasta que paré a recapacitar por un instante: "¡Este sabor me repugna, pero no puedo parar de comer! ¡Cuando acabo un trozo, mi cerebro ya me está mandando órdenes para que ataque al siguiente! Ese sabor... necesito tenerlo, necesito degustar esa viscosa, repulsiva y adictiva salsa...! Tomacooooo... digo... ejem... uy". "¡Basta ya!" Espeté (que no espetec)"No voy a seguir comiendo esta cosa tan repulsiva". Pero mientras pronunciaba esas palabras, mi tenedor ya estaba pinchando otro trozo de cerdo agridulce que acto seguido introduje en mi boca. "¡Ayúdame! ¡No puedo parar de comer esta porquería!" Balbuceé mientras una pequeña lágrima escapaba de mi ojo izquierdo. No sin esfuerzo, dejé en el plato los trozos con la ternilla más evidente y focalicé mi atención en la coca-cola... "ay, tú sí que eres sana, coca-cola mía".



  • "Adiós, vuelvan plonto", dijo el chino con voz misteriosa cuando abandonábamos el local. Volví la vista hacia él y su mirada se me clavó como un puñal, mientras esbozaba una enigmática y maléfica sonrisa.



  • Cuando ya íbamos de vuelta a casa, reflexionamos acerca de este suceso y del probable componente adictivo del cerdo agridulce. No supimos encontrar una solución, pero llegamos a la conclusión de que dicho plato generaba en mi una sensación tanto de repulsión como de satisfacción. Es una sensación distinta, un sabor diferente, es... ¡REPULICIOSO!



  • Ahora, frente a la pantalla de mi ordenador, investigo los componentes de tan adictiva salsa:



  • La salsa agridulce consiste en: 1 cucharada de vino blanco, un poco de zumo de piña, 2 cucharadas de azúcar, 2 cucharadas de vinagre, 1 cucharada de tomate concentrado y 3 cucharadas de agua con un poco de maizena. También se recomienda unos trozos de macedonia de jengibre.



  • ¿Será la macedonia de jenginbre, que suena muy exótico? ¿Será el zumo de piña mezclado con el azúcar? ¿Cuál? ¿Cuál es el componente que no me permitía dejar de comer aquella noche? ¿Tiene en todas las personas el mismo efecto o es algo que sólo me afecta a mi? Si a alguien le ha pasado lo mismo, por favor, ¡que lo diga! ¡Formaremos una asociación e iremos a descifar el misterio a China si hiciera falta!



  • Y... a todo esto... Carmen no comió nada de cerdo... ¿no estarás compinchada con el chino del bar?



  • (Que conste que no exagero nada, nada ;-) ).