domingo, 16 de diciembre de 2007

Divagaciones sobre la hermosura. ¿Intrínseca?¿Percibida?



Hace un rato estaba mirando por la ventana y al percatarme de que el sol se dibujaba tras la niebla que cubre todo el ambiente y homogeneiza el césped (blanquecino por la helada nocturna) con los edificios y con el cielo, un pensamiento ha flasheado mi mente: qué hermoso. Sí, “hermoso” es una palabra muy cursi, pero, no preguntes por qué, eso ha sido lo que se ma ha pasado por la cabeza en esos instantes. Entonces he pensado: ¿qué es lo que lo hace tan “hermoso”? El Sol es sólo una bola que se aprecia como un círculo en el cielo y en esta ocasión es tan tenue que ni siquiera proyecta sombras. Quizás sea la rareza del paisaje, de un sol extraño en un universo completamente gris. Quizás me ha recordado a alguna película de ciencia ficción en la que un nuevo amanecer se levanta en un futuro metalizado y contaminado. Quizás no dependa del paisaje en sí, sino de mi estado de ánimo, que hace que contemple el exterior con una alegría plácida. Quizás no deba analizar tanto y simplemente deba disfrutar...