sábado, 23 de mayo de 2009

Sombra aquí y sombra allá

El otro día, Micha quiso depositar delicadamente su pata en mi ojo, pero la fuerza se le fue de las manos... o de las patas, mejor dicho, y me arreó un mamporro. Cuando un gato hace tal cosa, a) el arañazo es inevitable, b) hace pupa.

Por suerte, mi ojo está perfectamente. No así el párpado, que del golpe se me ha puesto morado. Pero el derrame ha sido con tal tino que parece que llevo sombra de ojos morada... hasta se me ha dibujado rabillo al estilo Cleopatra.

Para disimular, como el moratón no lo tapa el maquillaje, se me ocurrió la feliz idea de imitar el efecto en el otro ojo, pero como no tengo sombra morada, utilicé lápiz verde. Tras pasar la tarde fuera, al volver a casa y verme en el espejo, me di cuenta de que prefería que la gente pensara que lo que tengo en el ojo es, efectivamente, un moratón y no una sombra mal pintada. Siendo así, no he vuelto a ocultar mi hematoma al mundo. Sin embargo, he comprobado que no llama la atención entre los conocidos que me cruzo a lo largo del día. Ante lo cual me pregunto: ¿estarán pensando que es un moratón pero les da corte preguntar por si al final lo que llevo es sombra de ojos? La situación debe de ser algo así como cuando alguien se encuentra a una vieja amiga que ha echado tripa y no sabe si darle la enhorabuena por el bebé o hacer la vista gorda.

En cuanto a Micha, estuvimos sin ajutarnos durante casi un día. Ayer le pisé el rabo sin querer mientras comía, por lo que considero que estamos en paz.

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